Desde principios del año 1700, cuando el misionero jesuita José Gumilla trajo desde España la imagen de la Virgen y la instaló en la población de Manare, y luego cuando se esparcieron por la región los relatos de la aparición de la Virgen a viajeros del camino real a Labranzagrande, los casanareños no han cesado de rendir culto a las dos imágenes.

Desde principios del año 1700, cuando se trajo desde España, la imagen de la Virgen y se instaló en Manare, los llaneros veneran su imagen. Foto: suministrada a Boyacá Sie7e Días
*Por: Miguel Arango Devia
En un comienzo se veneró la imagen de la Virgen en un poblado cerca de Betoyes, bajo la advocación del Buen Viaje, que con el tiempo se convirtió en la patrona santa de los llaneros, ya que las gentes de estas tierras se encomendaban a ella al emprender un viaje.
Desde entonces se le atribuyen muchos milagros y desde 1712 se realizan romerías al santuario de la Virgen de Manare, ubicado hoy en la población de Paz de Ariporo, donde llegan miles de feligreses, especialmente durante los días de Semana Santa.
Las características de la imagen están clasificadas en los llamados ‘santos de vestir’: cabeza, manos y pies, labrados de fina contextura. El resto lo forma un armazón de madera para soporte de las vestiduras y el manto de color negro bordado a mano en finos hilos de oro.
Narran algunos historiadores que, a principios de 1953, las familias que huyendo de la guerra fratricida resolvieron volver a sus tierras de origen, se encontraron que, a Moreno, su pueblo, lo habían incendiado y destruidas sus viviendas, por ello optaron por fundarse en el pie de monte, en las riberas del caño Leche Miel, donde construyeron la población que llamaron Paz de Ariporo.
Una de las misiones que se impusieron los habitantes del lugar fue construir un templo para darle gracias a Dios por haberlos mantenido con vida en medio de los bombardeos ordenados por el Gobierno central, y para ello, se propusieron rescatar la imagen de la Virgen de Manare, que había quedado en medio de las ruinas, producto de la guerra, botada y abandonada entre los escombros.
Conformaron entonces lo que sería la primera gran peregrinación a la población de Manare, para tratar de encontrar, recatar y llevar hasta el nuevo santuario la imagen de la Virgen.
Una vez allí, buscaron la iglesia y la hallaron demolida, chamuscada, el altar totalmente destruido, pero, milagrosamente, entre tizones y carbones, la cabeza, las manos y los pies de la virgen estaban intactos, el manto de terciopelo que había traído de España y el cuerpo de madera, carbonizados.
Para poder trasladarla al nuevo santuario, hubo necesidad de realizar solemnes ceremonias religiosas con cantos marianos, alabanzas y oraciones para que calmara una de las peores tempestades nunca vistas antes en los llanos.
Por fin dejó de llover, y en los ríos, caños y quebradas las aguas comenzaron a bajar mansas y fue el tiempo en que se logró trasportar a la imagen, al preparado sitio de adoración que hoy ocupa.
La Virgen de La Peña
Uno de los muchos relatos narran que, un hombre acompañado de su mujer y sus cinco pequeños hijos, bajaban caminando por el camino real, desde Labranzagrade, rumbo a Marroquín, a la altura del sitio Chorrocaliente, se percató que por el mismo estrecho camino, subía un rodeo de cientos de altivos ganados vacunos, que sin remedio, los pisotearía, a él y a su familia, causándoles irremediablemente la muerte. No había donde ampararse, por un lado está la alta montaña y por el otro el profundo cañón de más de 200 metros de alto, por donde pasa bramando las aguas del río Cravo Sur.

La Virgen de La Peña acompaña la procesión nocturna de la pasión de Cristo. Foto: suministrada a Boyacá Sie7e Días
Como pudo, metió debajo de la ruana a su familia, se arrinconó contra la peña y se encomendó a la Virgen. El ganado comenzó a pasar por su lado sin que las enormes cornamentas los tocaran. En determinado momento, levantó la cabeza que rígidamente la tenía metida, entre la ruana, abrió los ojos y al frente vio la figura de la Virgen, protegiéndolo a él y a su familia.
El paso del ganado por el lugar se tardó más de una hora y cuando pasó el último animal y quienes arreaban, la imagen de su protectora se fue alejando para posarse en una peña, al otro lado del cañón del río.
Los habitantes de Marroquín, El Morro, Tilodirán, Labranzagrande y otros pueblos que escucharon el relato, emprendieron romerías y comprobaron que efectivamente, en la roca, a más de 200 metros de altura, está tallada la imagen de la Virgen de la Peña.
*Corresponsal de Boyacá Sie7e Días en Casanare
La entrada La Semana Santa en Casanare es ‘mariana’: se venera a las vírgenes de Manare y de La Peña se publicó primero en Boyacá 7 Días.
0 comentarios